
Desde haces siglos y siglos, el seguro de decesos no ha sido siempre igual, ni siempre ha tenido la misma forma. Las primeras «coberturas de decesos» existen desde antes de que exista la moneda y la escritura. La preocupación por la muerte de los seres queridos, nace mucho antes.
Si somos muy tolerantes con los conceptos, quizás el seguro de decesos sería el único «seguro» ya existente en la prehistoria. No podríamos llegar a considerar que los «primeros decesos», a finales del paleolítico, no se pueden considerar «contratos de seguros», ni contratos escritos, pero la necesidad ya era evidente.
¿Qué es el seguro de decesos?
El seguro de decesos es un contrato mediante el que el asegurado paga una cuota recurrente a la aseguradora, con el objetivo de que, cuando llegue el día de su fallecimiento, sus allegados no tengan que preocuparse de nada. Los gastos del sepelio y las gestiones burocráticas más inmediatas las asume directamente la compañía aseguradora.
Cabe destacar que la contratación de un seguro de decesos no obliga siempre a aceptar la funeraria propuesta por la aseguradora. Los familiares, salvo pacto en contrario, pueden elegir la empresa funeraria que prefieran para hacerse cargo de los trámites fúnebres. También se suelen ofrecer servicios de acompañamiento a los familiares, con ayudas tanto materiales como de tipo emocional, según los casos.
El seguro de decesos es un seguro en el que el riesgo asegurado son los gastos y servicios en general, de manera íntegra o amplia (traslado, acondicionamiento sanitario, flores, velatorio, entierro o incineración), es decir, es un seguro que garantiza un servicio, más que un capital, que también (similares a los seguros de vida).
Primeros "seguros de decesos"
Cuándo aún recolectávamos… Recientes investigaciones han insinuado que el hombre ya era sedentario antes de dominar la ganadería y la agricultura, y debajo de algunas viviendas en Turquía ya «descansaban los muertos», cuándo el ser humano todavía cazaba y recolectaba.
Desde sus orígenes, el concepto del seguro como instrumento de protección frente a la adversidad ha estado intrínsecamente ligado a la muerte. Al ser humano le ha preocupado desde siempre poder ser enterrado con honores y asegurar el bienestar de sus descendientes.
Los asociados pagaban sus cuotas con el objetivo de asegurarse una ceremonia fúnebre a la altura de lo que marcaba la tradición, sin reparar en lujos ni en muestras de ostentación.
También el Código Hammurabi, que es el conjunto de leyes escritas más antiguo que se conoce y se conserva (Mesopotamia, año 1728 a.C.), contenía clausulados jurídicos que regulaban las previsiones para las viudas y descendientes, así como la tramitación de herencias y pensiones.
En la Grecia clásica existía la figura del mutualista: hombres libres que se aseguraban frente al riesgo de huida de sus esclavos. Con las mensualidades recogidas, estas primeras mutualidades atendían incluso a víctimas de catástrofes y sufragaban los gastos funerarios.
Los collegia de la antigua Roma (700 a.C.) podrían considerarse un buen precedente de los actuales colegios profesionales. Eran asociaciones segmentadas por oficios, cuyos miembros pagaban una cuota para asegurarse frente a cualquier imprevisto. Para costearse los gastos funerarios existía una variante específica (collegia funeraticia). No olvidemos que en la sociedad de la época también tenían gran importancia los rituales fúnebres. Estas collegia funeraticia vendrían a ser el equivalente a las cofradías cristianas que surgirían a posteriori y que, como veremos a continuación, tendrían una importancia
vital en el nacimiento del seguro de decesos.
Origen del seguro de decesos actual
Seguramente te sorprenderá saber que el seguro de decesos, tal y cómo lo conocemos hoy, fue un invento español. Aunque hay diferentes teorías que explican su origen, lo cierto es que, mientras en la práctica europea se incluían cláusulas de indemnización como un “extra” añadido a los contratos de seguro de vida, en España se estiló, desde principios del siglo XX, una modalidad de contrato creada exprofeso para cubrir los gastos fúnebres (ceremonia y burocracia asociada).
Antecedentes en España
A mediados del s. XIV encontramos un primer seguro híbrido, que combina el de mercancías con el de vida. Con él se aseguraba el trayecto entre El Puerto de Santa María (Cádiz) y Barcelona; pero no solo se cubría el valor de la mercancía transportada. También aseguraba la vida de los esclavos (que eran tratados como mercancía).
Otra de las teorías más conocidas sobre el nacimiento del seguro de decesos lo sitúa en las cofradías de pescadores gallegos de principios del siglo XX.
La alta tasa de mortalidad en la profesión, a causa de los naufragios y de las enfermedades asociadas al oficio, habría propiciado la creación de un sistema de cuotas para sufragar las pérdidas y facilitar el trance a las familias, tras perder a el cabeza de familia.
Así, estas cofradías actuaban como una aseguradora, recaudando una parte de los ingresos obtenidos de la pesca para poder indemnizar a las familias de los compañeros cuando uno de ellos fallecía.
Otras voces apuntan a las igualas que se abonaban a los carpinteros artesanos, para pagarse el ataúd en vida, como precursor indiscutible del seguro de decesos.
En cualquier caso, lo que está claro es que esta modalidad de seguro nació en España, quien exportó el concepto al resto de Europa. A partir de 1920, con el nacimiento de las primeras compañías aseguradoras, se popularizó su contratación de forma exponencial (sobretodo en épocas de decadencia económica y posguerra), motivo por el que actualmente es el seguro de mayor implantación en nuestro país, con la particularidad añadida de ser un seguro que, muchas veces, incluso se «hereda» de padres a hijos; la tradición está tan arraigada que muchas familias todavía cometen el error de ni siquiera se plantearse el cambio de compañía aseguradora.
El seguro de decesos de hoy
Según datos del ICEA* de 2020, más del 50% de los hogares españoles cuentan con un seguro de decesos. Y de ellos, ADESLAS es la cuarta compañía en cuota de mercado, de entre una veintena de competidores. Además de pertenecer al principal grupo asegurador español, pues vemos que es también de las principales en el mercado español de seguros de decesos. Con más de cien millones de euros en primas emitidas en 2020, los clientes siguen renovando su confianza.
A día de hoy, el seguro de decesos no solamente cubre los gastos funerarios. Se suelen combinar diferentes garantías incluidas en el mismo contrato de seguro. Por ejemplo, algunas aseguradoras incluyen cobertura dental, y dejan así de ser un seguro de decesos «puro», sin ser ni seguro de decesos ni seguro dental al 100%.
ICEA es el servicio de estadísticas y estudios más reconocido del sector seguros en España. Según ICEA vemos que la gran mayoría de personas y familias tienden a descartar la contratación a través de bancos, prefiriendo a los agentes de seguros más expertos.
Casi 7 de cada 10 seguros están contratados a través de agentes de seguros, mientras que ni uno de cada 10 se contrata a través de bancos. Menos todavía, por sorprendente que parezca, son los seguros de decesos que se contratan con la mediación de corredores.
Si en lugar de observar el canal de contratación observamos el tipo de producto, los seguros de decesos de prima nivelada son los más escogidos, aunque se vaya perdiendo la tendencia. Las primas niveladas, se recuerdan por primera vez en Inglaterra (siglo XVIII, aseguradora The Equitable Society). Principalmente, dan la posibilidad de no tener que aumentar el precio cada año, aunque el riesgo de muerte aumente cada año.
Otros contratos de seguros, más que un seguros de decesos, consistirían en dejar el entierro pagado. Serían igualmente seguros (seguros de decesos de prima única). Son contratos de carácter vitalicio y se puede garantizar una cierta revalorización del capital asegurado, sin necesidad de pagar ninguna otra prima ni sobrecoste en el futuro.
Ha aumentado significativamente la contratación de seguros de prima natura y seminatural porqué su precio es muy inferior y termina siendo, muchas veces, la opción más económica para personas de menos de 60 años.